La mayoría está en el paro, se hace cargo del hogar y los hijos.
Tres de cada cuatro mujeres atendidas en el programa de vulnerabilidad social de Cruz Roja viven en hogares de extrema pobreza, es decir, con ingresos mensuales inferiores a 450 euros. La cifra aumenta al 90% en aquellos hogares cuya media de ingresos no supera los 676 euros al mes, según el último Boletín sobre vulnerabilidad social. Ante la proximidad del Día Internacional de la Mujer, que se celebra el domingo, la organización ha trazado el perfil del colectivo: la mayoría está en el paro, no pueden llegar al final de mes, se hacen cargo del trabajo doméstico y de los hijos, están mejor cualificadas que antes y muchas han sufrido malos tratos.
El 60,9% de estas mujeres está en el paro y, de este grupo, tres de cada cuatro están en el paro de larga duración. Apenas el 28,9% tiene empleo, la mitad de ellas en el servicio doméstico o el cuidado de personas. Los resultados reflejan también que las mujeres que tienen entre 25 y 49 años han sido las más afectadas por la situación económica. «Vemos que la vulnerabilidad social viene más definida por la edad que por el origen», ha destacado Antoni Bruel, coordinador general de Cruz Roja. Lo afirma porque casi el 58% de las atendidas son extranjeras y en este grupo también se encuentran aquellas que tienen más estudios universitarios o secundarios. En cambio, tres de cada cinco españolas solo tienen estudios primarios.
La organización afirma que es especialmente llamativo que tres de cada cuatro mujeres no tengan amigos o allegados que las visiten
Bruel ha destacado que es especialmente llamativo que tres de cada cuatro mujeres no tengan amigos o allegados que las visiten, que declaren sentirse tensas o nerviosas y que no puedan recurrir a nadie si necesitan ayuda económica. «Preocupa mucho la situación anímica de las mujeres atendidas». El 57% toma algún tipo de medicación, pero en aquellas que tienen entre 25 y 49 años son más frecuentes los antidepresivos, ansiolíticos y analgésicos. «Cuanto peor es la situación económica que enfrentan, peor es su vida social y mayor el aislamiento», ha asegurado Bruel.
Carmen, por ejemplo, es una psicóloga que no encuentra trabajo, tiene dos hijos y se ha separado de su pareja: «Cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale por la ventana. Uno aguanta menos, no te puedes dar ningún lujo y todo son estrecheces». Consuelo, desempleada y con una hija de 10 años, se ha debido mudar con su padre: «Tengo necesidad de trabajar porque prácticamente estoy dependiendo de él». Para Alicia, una periodista sin trabajo, sus preocupaciones se acentúan en invierno: «No puedes encender la calefacción y tienes que tener cuidado con la luz. Las prestaciones se terminan y con 426 euros la capacidad de ahorro es nula».
En el programa de vulnerabilidad social —destinado exclusivamente a mujeres— ingresan aquellas que enfrentan mayores dificultades. Por ello, entre los servicios que presta Cruz Roja a este colectivo se encuentran, por ejemplo, centros de emergencia y casas de acogida para quienes sufren violencia de género, programas de empleo, información a las víctimas de trata con fines de explotación sexual y otras acciones encaminadas a potenciar la autonomía.