Parece que 2019 va a ser un año movidito. Lo digo porque el panorama político, pero también el social de nuestro país está un poco agitado, sobre todo con la entrada en escena de nuevos actores con posiciones y discursos rompedores, aunque ahora parece ser que se llaman «sin complejos». Nos llegan, machaconamente, mensajes que avisan de que ha empezado, o va a empezar, la reconquista.
Si algo ha caracterizado a nuestro sindicato, SITCA, desde sus comienzos, es la absoluta independencia con respecto a partidos políticos de cualquier signo. Estamos convencidos de que la única forma de ejercer un sindicalismo serio, coherente, responsable, y sobre todo, con credibilidad, es apartarse de cualquier tentación de juego político. Lo nuestro son los derechos de los trabajadores.
Naturalmente, no somos ajenos a la realidad de nuestro país, no podemos dar la espalda a la sociedad en que vivimos, al contrario, hay que seguir de cerca la evolución política, sin ser partícipe de ninguna opción, pero estando atentos.
Por eso, cuando oímos hablar de «reconquista», se nos viene a la cabeza una idea mucho más atractiva y realista de reconquista: la que habla de reconquistar los derechos perdidos por los trabajadores en los últimos ocho años, con la excusa de la crisis, pero que luego no han sido restaurados. Una reconquista que nos devuelva los salarios dignos y ponga fin a la precariedad laboral.
La reconquista de un marco de relaciones laborales digno y justo que incluya la derogación de la reforma laboral del 2012, que tanto daño ha hecho a los trabajadores, retrocediendo más de 30 años en derechos laborales, sociales y económicos.
Ya que vamos a «reconquistar», comencemos por la sanidad y la educación públicas, que con los recortes vieron mermar sus medios humanos y materiales y su dotación presupuestaria. Avancemos también, por qué no, en la erradicación de las muertes por violencia de género. Pongamos fin a la exclusión en que han quedado en nuestro más de 5 millones de personas tras la crisis.
Reconquistemos el diálogo entre todos como forma de solucionar nuestras diferencias, en lugar del insulto, la amenaza y la crispación. Consigamos una clase política que de soluciones a los problemas de los ciudadanos, y alejémonos de populismos que alientan el odio, el racismo, la confrontación, la vuelta al pasado, recortar derechos como solución a los problemas, proponiendo recetas que ya han fracasado en otros países.
Sería estupendo para todos y cada uno de los habitantes de este país, no perder el rumbo, ser, antes que nada, buenas personas. Materializar del todo la igualdad entre hombres y mujeres. Recuperar el orgullo de lo que somos, de donde vivimos, de nuestras raíces, y anteponer lo que nos une a lo que nos aleja.
También podríamos reconquistar leyes que protejan mejor nuestro medio ambiente, luchen contra el cambio climático y el deterioro del planeta, que a la postre redunda negativamente en la salud de las personas.
Inculquemos a nuestros hijos valores de educación, de compromiso, de respeto, de igualdad, de trabajar para mejorar la sociedad y hacerla más justa, de mejorar en urbanidad y cortesía para con
los demás. De tirar muros, vallas y barreras, y sustituirlos por más cooperación y más desarrollo, más solidaridad real con los que menos tienen.
Esto, y no otra cosa, es para mí la reconquista que tenemos por delante en este 2019 que empieza.