
En un momento en que Canarias se enfrenta a los límites de su propio modelo económico, la economía social emerge como una alternativa real, sostenible y con enorme potencial para generar empleo estable y con derechos.
No se trata de una utopía ni de una moda pasajera: hablamos de un modelo productivo que ya emplea a más de 19.000 personas en las Islas, y que acaba de recibir un importante impulso con la aprobación de la primera Estrategia Canaria de Economía Social.
Este avance llega en un contexto en el que la economía del archipiélago continúa excesivamente dependiente del turismo y de los servicios vinculados a él. Sectores con alta temporalidad, salarios bajos y una preocupante rotación laboral. Frente a ello, las cooperativas, sociedades laborales, mutualidades o centros especiales de empleo demuestran que otra forma de organizar el trabajo es posible, basada en la participación de las personas trabajadoras, en la redistribución de beneficios y en la estabilidad a largo plazo.
Desde SITCA defendemos que la economía social no debe ser un complemento marginal dentro del modelo productivo canario, sino una línea estratégica de desarrollo. Su crecimiento puede contribuir a equilibrar nuestro tejido económico, reforzando sectores como la agricultura, la industria agroalimentaria, la energía renovable o los servicios de proximidad, todos ellos esenciales para la cohesión territorial y social de las Islas.
Además, la economía social representa una oportunidad para fijar población en los entornos rurales, ofrecer salidas laborales a personas con dificultades de inserción y facilitar la creación de empresas donde el objetivo no sea solo el beneficio económico, sino el bienestar colectivo. En un archipiélago marcado por la desigualdad y la precariedad, estas iniciativas pueden ser decisivas para avanzar hacia un empleo digno y sostenible.
Sin embargo, para que esta alternativa prospere, es imprescindible un compromiso real por parte de las administraciones públicas. Se necesitan incentivos fiscales, líneas de financiación adaptadas y formación específica, así como marcos normativos que reconozcan las particularidades de las entidades de economía social. También es fundamental que las políticas activas de empleo incluyan medidas de apoyo a este tipo de proyectos, orientando recursos y asesoramiento hacia quienes apuestan por el trabajo cooperativo y solidario.
En SITCA creemos que el futuro laboral de Canarias pasa necesariamente por diversificar y democratizar su economía. Apostar por la economía social es apostar por el empleo estable, por la equidad y por un modelo productivo más humano, donde el trabajo no sea una fuente de precariedad sino de dignidad y progreso.
Ese es el camino que Canarias debe recorrer si de verdad quiere garantizar un desarrollo equilibrado y sostenible para las generaciones presentes y futuras.