
La ministra de Empleo, Fátima Báñez, dijo en verano del año pasado que «el empleo que llega actualmente es de más calidad que el que se fue con la crisis» y calificó la recuperación económica de «sana, sólida y social». Sin embargo, el 90% de los contratos que se firmaron en 2017 fueron temporales y uno de cada cuatro duró menos de una semana. Esto, según Antonio Rodríguez, supone que la temporalidad ya no es una opción elegida libremente por el trabajador sino, directamente, el modo de vida de cada vez más ciudadanos. Prueba de ello es que, desde que entró en vigor la reforma laboral del PP, los contratos temporales han aumentado en más de cinco millones. Estos datos constatan que la reforma laboral «sólo ha traído precariedad y salarios miserables».
España es el país de la Unión Europea donde menos crecen los sueldos y donde seis millones de trabajadores están cobrando menos del salario mínimo interprofesional (735,90 euros). Además, trabajar ya no es garantía de llegar a fin de mes porque más de un 13% de las personas empleadas en España está en riesgo de exclusión social.