El próximo jueves día 26 de noviembre, todos los trabajadores del Ayuntamiento de Telde, estamos llamados a una cita con las urnas.
Durante estos días he hablado con muchos de ellos y me han transmitido que se sienten cansados y hastiados del entreguismo y corporativismo de los sindicatos que hasta la fecha se han repartido el poder en el Ayuntamiento de Telde.
La irrupción de un sindicato como SITCA, serio, libre independiente y sin ataduras, con otra forma de hacer sindicalismo, ha puesto muy nerviosos a los que hasta ahora se han repartido el poder sindical y que siguen defendiendo con uñas y sientes su statu quo.
A las dependencias de SITCA vienen muchos trabajadores municipales, la mayoría de las veces gente desilusionada con sus propios sindicatos, lo primero que hacemos es atenderles sin preguntarles a qué sindicato pertenecen. Eso hace que mucha gente piense que le es más útil pertenecer al SITCA que a los sindicatos tradicionales.
SITCA viene realizando en esta administración pública un trabajo impecable con el firme compromiso de ser una alternativa sólida, profesional, responsable y coherente, de cara a las próximas elecciones sindicales donde esta central sindical se plantea dar un vuelco radical para mejorar las relaciones laborales tanto en funcionarios como en laborales.
Deseamos que cambien las formas y actitudes de los comportamientos sindicales que hasta ahora han sido el pan de cada día en el Ayuntamiento de Telde, queremos que SITCA sea un sindicato al servicio de todos y cada uno de los trabajadores de esta institución donde sus delegados les defiendan sin ataduras y “conchabeos” con los políticos de turno,
Yo pertenezco a SITCA, y quiero invitar a todos los trabajadores municipales a apoyarnos con su voto y a unirse a este sindicato con una forma bien diferenciada de trabajar y al que avala su trabajo, humilde pero transformador e independiente, ya que los actuales sindicatos que vuelven a presentarse en estas elecciones de 2015 son en gran parte responsables de la situación actual, de persecución a muchos compañeros, de no negociar los convenios, de que no tengamos una RPT en condiciones, con su pesebrismo de muchos años y su «contemporización» y pasotismo han logrado que no hayamos avanzado lo más mínimo.
Los perdedores de las elecciones del 20 N y los sindicatos se conjuran para calentar la calle
Apenas lleva Mariano Rajoy tres meses en la presidencia del gobierno de España, y el próximo jueves 29 de marzo se tendrá que enfrentar a una huelga general. Nada del otro mundo si tenemos en cuenta que ésta será la sexta que se convoca desde que se restablece la democracia en nuestro país.
Nada que objetar al respecto, porque ir a la huelga es un derecho constitucional. Ahora bien, no podemos pasar por alto que a Rajoy no le han dejado ni calentar el sillón, lo que da claras muestras de que se trata de una huelga política.
Resulta curioso que los sindicatos, que a Zapatero sólo le montaron una huelga en sus 8 años de auténtico descalabro en materia de empleo, se hayan movido con tanta agilidad a la hora de organizar ésta en contra el gobierno del Partido Popular.
La clase sindical de España, sobre todo en los gobiernos de Zapatero, ha recibido incontables prebendas desde el poder, desde las subvenciones hasta la organización de dudosos cursos que tan buenos réditos les ha dado. Por este motivo, aparte de tener nula credibilidad social, están absolutamente desligitimados ante la ciudadanía a la que pretenden representar, y que cada vez en mayor medida da la espalda a estos sindicatos que más parecen partidos políticos.
La reforma laboral, que apenas ha comenzado su trámite parlamentario, dispone de un amplio margen en el período de enmiendas, para poder modificarla, para que los partidos hagan propuestas de mejora, en el supuesto caso de que las tengan, claro.
Esta reforma, totalmente necesaria, llega con un paro histórico de 5,3 millones de desempleados, y aunque por sí misma no genere empleo, sí puede fomentar la contratación, potencia los contratos indefinidos y busca flexibilizar las condiciones laborales de las empresas para evitar el despido a la vez que intenta luchar contra la economía sumergida.
Los sindicatos, sin embargo, no ven nada de esto, sino que la misma va suponer un gravísimo ataque a los derechos de los trabajadores y dará vía libre al despido, por lo que es más que evidente que detrás de esta pantomima sindical, está el Partido Socialista, que desde que en noviembre pasado perdiera las elecciones, no ha parado de azuzar a los sindicatos para incendiar la calle.
Estamos ante una clase sindical privilegiada, que lo que realmente teme es perder su poder hegemónico. ¿Dónde estaban cuando los socialistas no frenaban la sangría de parados? ¿Por qué no alzaron la voz cuando se congelaron las pensiones? ¿Quién les escuchó algo contra la bajada de sueldo de los funcionarios? Nada, solo silencio cómplice de unos sindicatos aburguesados y aborregados.
El Partido Popular recibió una amplia mayoría absoluta en las urnas de los españoles que, cansados de la debacle socialista, aspiran a ver otra forma de gobernar basada en la austeridad y la contención en el gasto. No es hora pues de algaradas, ni de confundir a los ciudadanos. Ahora toca arrimar el hombro para sacar a España del pozo en que nos dejaron los que ahora calientan el patio y con todo el descaro se colocan detrás de las pancartas.
Ocurra lo que ocurra con la huelga general, a los sindicatos se les acabó el chollo y las prebendas, van a tener que salir adelante con las cuotas de los afiliados y no con el dinero de todos los ciudadanos.
Y esto es una buena noticia para los sufridos ciudadanos pagadores de impuestos. Ahí les duele.
Por Maribel Castro Melián